The Irishman. It's what it is.



Bueno, vamos a ver, hoy toca la última de Scorsese: The Irishman.

Antes de que saliera en Netflix, la gran duda: ¿Mejor la veo en el cine? Por la fotografía y la música hubiera valido la pena, pero escogí el sofá y un baño cerca. No sé vosotros, pero yo en tres horas y media mínimo una vez, voy. No vengo a decir que es una mala película -¡Déu mos guard de dir blasfèmies!-.  Y es que lo es, È buona! Un fresco impresionante de como la mafia llegó a formar parte de la esencia de Estados Unidos.

La película cuenta la desaparición, aún por resolver, de Jimmy Hoffa (Al Pacino), pero empieza mucho antes de que se planeara. Empieza contándonos la vida y "carrera" de Frank Sheeran (Robert de Niro), el Irlandés. Un obrero que se saca un dinero extra con algunos trabajillos que hace para la mafia. Lo normal vamos. Hasta que lo fichan Angelo Bruno (Harvey Keitel) y Russel Bufalino (Joe Pesci). Este último pasa a ser su mentor y parte de la familia (aunque a su hija no le hace nada de gracia). Disciplina y lealtad, bases inquebrantables. La buena reputación llevan al Irlandés antes el líder sindical corrupto -raro, ¿Eh?- Hoffa. Frank se convierte en el sicario personal de Hoffa. Los secretos y la necesidad de sobrevivir crea entre ellos un vínculo. Casi familia. Lo más importante. Frank acabará en medio de dos familias. No se puede ser leal a dos familias enfrentadas. Al final tienes que elegir. It is what it is. 




Y con todo esto te sale un peliculón, obvio. Pero a mí es que ya me suena demasiado. Me recuerda a otras que me gustaron muchísimo más. Es como si Scorsese hubiera metido en una coctelera Mean streets (1973) Goodfellas (1989) y Casino (1995), y al servir la copa hubiera añadido un poco de Once Upon a Time in America (Leone 1984) y los tres padrinos de Coppola. Dicho así, ¿Qué puede salir mal? ¿No? Pues nada. Simplemente, me esperaba otra cosa. Un ritmo menos pasado. Algo más cañero por así decirlo. Y repito, la imagen, la música, las actuaciones, lo cuidado que está el detalle... Es impresionante. Pero no sé, no tengo ni idea de cómo expresar del todo la sensación que me deja, supongo que iba con todo el hype y me quedé así:



Cuando aparece Al Pacino, pasadas dos horas, empieza a tener más ritmo. Más de uno se ha dormido antes de verlo aparecer en pantalla. La verdad no puedo recriminarlo... ¿No podría haber contado lo mismo en menos tiempo? ¿O con más ritmo? Imagino que no. No voy a ser yo quien de lecciones a un grande. ¡Faltaría más! Pero no sé, el ritmo pausado del principio me hacía pensar que en algún momento petaría todo, que pasaría algo que "¡Guau! ¿En serio?" pero no. Lo ves venir. Supongo que esperaba que me dejara con la boca abierta, que me marcara. No ha sido así.

Para acabar una pequeña cosilla que me ha puesto un pelín nervosia -sí, soy disléxica- es Robert De Niro. Bueno, su versión joven. ¿Os habéis fijado en como se baja del coche? ¡Por Dios!  Con la cara rejuvenecida y movimientos de abuelete es como mínimo, cómico. ¿Y cuándo patea al tío de la tienda? A ratos, roza lo patético -Sorry not sorry-. Entre los ojazos azules y sus andares... ¿Que queréis que os diga? Se me hace todo muy raruno.

Puede que penséis que me contradigo. Pues sí. Es lo que hay. La cosa es: ¿Me parece una obra maestra? Nope. Prefiero Goodfellas (1989). ¿Es una maravilla de película? Yass. Así que, si no la habéis visto, poneos cómodos -muy cómodos- y ponedla en Netflix.

Luego, la debatimos con unas birras, ¿No?







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